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Las plagas y los juicios de Dios

Actualizado: 28 dic 2020

Textos bíblicos: Génesis 12.17; Deuteronomio 29.29; Números 11.33; Zacarias 14.12; Apocalipsis 15.1; 18.4; 22.18.





La repercusión mundial de la Pandemia del Coronavirus 19 obliga a hacer una reflexión desde la perspectiva bíblica en relación con los juicios de Dios que fueron seguidos de plagas severas, sobre Israel y otras naciones en el pasado.


La Pandemia que se inicia en China está extendiendo el pánico en el mundo entero y movilizando a los gobiernos para detener la inexorable marcha, hasta ahora imparable del virus.


La globalidad tan ponderada en lo político y económico, está arrasando inexorable las naciones. No hay fronteras ni ideologías que valgan ante un enemigo enormemente temible por su latencia e invisibilidad.


El virus coronado se muestra soberanamente poderoso, como un enemigo arrogante, traidor y malignamente eficaz.


En este mundo que vivimos nada ocurre por azar, todas las cosas tienen su causa y efecto. Independiente de que la ciencia logre descubrir su origen y su vacuna, cabe la pregunta: ¿Hubiera podido evitarse? ¿Qué es lo que ha fallado?


Los cosas que son secretas pertenecen a Dios, y para sus hijos las revelaciones”. Deuteronomio 29.29. De aquí que podamos interpretar muchas de las cosas que están ocurriendo a la luz de las revelaciones bíblicas.


Lo que sí está claro, y se ha hecho evidente, es la vulnerabilidad de la sociedad humana y sus instituciones. Lo imprevisible nos sorprende de nuevo ocupados en otros afanes: Preocupados por la guerra de Siria que hace temblar a medio Oriente y a Europa, nos damos de narices con algo que nos pilla en pañales echando por tierra el sueño del utópico estado del bien estar.


Las plagas han sido un medio de castigo correctivo de Dios cuando la gente quebrantaba las leyes sociales o morales, cuando la maldad y la violencia de las naciones son extremas o cuando los débiles y los desamparados crecían sin obtener la justicia pertinente ni la misericordia. Ni siquiera los mismos judíos se libraron de los juicios sumarísimos que tuvieron que sufrir de parte de su Dios.


Las plagas también han sido un medio de apercibimiento a la sociedad pagana o religiosa para llamar la atención a hechos abominables contra la humanidad, el pueblo de Dios y las instituciones sagradas. Como son horribles crímenes contra la humanidad, el exterminio de judíos, los crímenes contra los inocentes y la violencia y toda clase de estragos del hombre contra el hombre. Además de la esclavitud abierta y la oculta, sin olvidar los miles de personas anónimas sepultadas en el Mediterráneo, fosa común de cientos de africanos a los que Europa cierra sus puertas. Todos estos horrores claman a Dios desde la tierra, por la sangre de inocentes, como ocurrió con el primer crimen de la Humanidad.


El horror de la Pandemia, con sus miles de muertos reclaman nuestra atención por muchas otras muertes criminales que no tiene quien las reivindique, pero que no pasan desapercibidas para el Juez y Abogado, defensor de huérfanos, viudas e hijos inocentes, víctimas del escarnio y la soberbia humanas.


La Biblia apunta a la plaga postrera, que aún ha de sobrevenir ya que, por desgracia, el Coronavirus 19 no será lo último que sucederá antes del fin. La sociedad impenitente y obstinada se repondrá de esta Pandemia, olvidará las causas injustas que la han provocado para ser testigo de una nueva plaga provocada por la triple alianza de los poderes humanos, el sistema político religioso y económico que se enfrentarán a la justicia de Yahveh, tras intentar, desesperadamente eludir la mala conciencia y el juicio severo delante del Tribunal de Justicia Universal.


Los juicios irrevocables de Dios tienen la intención de quebrantar la soberbia y la prepotencia del hombre moderno y la falsa seguridad que le proporcionan sus armas nucleares poderosas, que soberbiamente les hacen creer que son invencibles, craso error.


El mensaje de Dios para este tiempo, pudiera ser una llamada de atención a los gobernantes de las naciones de todo el mundo para que procedan al arrepentimiento y abandonen su endurecimiento y odio contra las naciones que consideran enemigas, cambien sus planes de revancha y sus medios de guerra en instrumentos de paz y concordia.


En lugar de reunirse en sus convenciones para la guerra, lo hagan en favor de la paz, olvidando rencillas y odios de siglos cambiando los poderes del mal en propósitos de paz y prosperidad social y humana.


Que todas las naciones unan sus presupuestos en solidaridad en favor de los desposeídos y pobres de la tierra.


El global fenómeno de un virus que ha puesto patas arriba el mundo entero puede convertirse en un medio por el que el hombre se vuelva al hombre con misericordia y también a su Creador a quien han ignorado.


Habrá quien piense que esto es demasiado simple para creer que la solución venga así de fácil, en esta situación de desesperación y muerte. Con todo, nada es más importante para Dios que encontrarse cara a cara con el hombre para hacer posible el cambio radical que espera, por el bien del hombre y de las naciones.


En todo caso la Historia siempre discurrirá en la dirección escatológica que conduce inevitablemente al Apocalipsis, la única solución antes del fin. La revelación, evidenciará que el Caos y el Infierno no prevalecerán. Quien dijo en el Principio, sea la luz, va a ser al fin quien inaugure un nuevo mundo de paz y prosperidad en el próximo milenio. Y nadie lo impedirá. El Coronavirus 19, al fin podría ser recordado como un severo recurso divino para traer la necesaria humildad y cordura al hombre.


JLG Panete. 3/20



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